Ikuyo Yasuda nació el año 1949 en la prefectura de Osaka, la lejana Japón. Está considerado como uno de los artistas más brillantes en el mundo del arte de hoy.Sus obras de la madre y el niño se originan en las artes cristianas italianas.Una fusión entre esa cultura y las artes japonesas como los santuarios sintoistas donde se unen lo profano y lo sagrado. Para Ikuyo la mujer es un universo donde se conjugan la infancia, las niñas vibrantes que dan lugar a mujeres vibrantes con la capacidad de crear la vida.Desgrana el paso del tiempo, los detalles con primorosa belleza.
sábado, 20 de febrero de 2016
Ikuyo Yasuda
sábado, 6 de febrero de 2016
El Buen Amor - Diálogos del Alma - Sergio Sinay
A continuación publicamos una de las consultas dirigidas a
Sergio Sinay en su columna semanal "Diálogos del Alma" del Diario La
Nación:
Señor Sinay: parece cuerdo decir que para tener una relación
amorosa lo mejor es ser una persona sana y tratar con respeto a tu pareja. Así
lo aseguran las personas que lo aconsejan a uno, y está en muchas películas,
revistas y escritos sobre la conducta humana. Pero en el mundo real hay hombres
amargados, irresponsables, egocéntricos, a los que no les falta pareja, y hasta
llegan a casarse y a tener hijos. Esto desmiente a la verdad universal que dice
que las mujeres buscan un buen hombre, afecto, consideración, etcétera. ¿Por
qué tanta diferencia entre el ideal y la práctica? ¿Entonces no es necesario
ser un buen hombre para estar con una buena mujer?
Mario Bravo
El buen amor, el que repara, el que da sentido a las vidas que toca, el que permite florecer a las potencialidades de quienes se aman, el que nos lleva a construcciones cooperativas en el camino de la vida y le da a ésta sentido, requiere ciertas condiciones. Son estas: 1) vivir en primera persona, no postergar las propias necesidades, sensaciones y sentimientos, porque nadie las encarará por mí; 2) respetar al otro como a un tú con sus propias necesidades y características, que no vino a este mundo a amoldarse a mis expectativas; 3) reconocer las diferencias que existen entre las personas, puesto que no hay dos seres humanos similares, y saber distinguir entre las diferencias irreconciliables (de valores, estructurales, de propósitos existenciales) y aquellas que permiten un trabajo cotidiano en común, para hacer de estas últimas el potencial del vínculo; 4) honrar los mutuos misterios (nada más alejado de un secreto o un ocultamiento), es decir, aquellas zonas propias o del otro que hacen a la esencia de cada uno, que no siempre tienen explicación y que no pueden violentarse; 5) aprender a aceptar, que no es sinónimo de tolerar, sino que significa dar por válido aquello del otro que no coincide con mi diseño y no pretender cambiarlo (más vale, para eso, cambiar de otro); 6) entender que el tiempo es el gran escultor (como lo llamaba la gran escritora francesa Marguerite Yourcenar, autora de Memorias de Adriano) y que él dará forma y volumen a la relación, puesto que ésta no viene dada; 7)comprender que el encuentro verdadero y profundo entre dos personas nunca es la consecuencia de una búsqueda premeditada, que no hay fórmula para acelerarlo, ni receta, ni mago que lo pueda provocar, sino que será el resultado de una alquimia generada al calor de la interacción: las personas primero toman contacto y después se encuentran (cuando se encuentran), y 8) la última condición es la responsabilidad, atributo que, cuando está presente y es consciente, permite responder por los propios actos, elecciones, palabras y decisiones sin pretender que sea el otro el gestor de nuestra felicidad o el culpable de nuestra frustración.
Si tomamos en cuenta estas condiciones, veremos que una relación de amor es algo más que un premio al buen comportamiento. Es una construcción plena de sentido y trascendencia, y no se define por sus formas. Que personas con valores endebles, con nula capacidad para registrar y honrar al otro y con prioridades utilitarias y egoístas tengan parejas y formen familias no tiene que ver necesariamente con el amor. Si quienes las envidian pudieran asomarse al árido corazón de esas personas y a la tierra emocionalmente yerma de sus parejas y de las familias que a menudo edifican, seguramente no querrían estar allí. Los simulacros de amor no son gratuitos, aunque lo parezca, y sus costos espirituales y afectivos se presentan bajo la forma de insatisfacción vital, de angustia perenne, de ansiedades sin destino, de vacío existencial. Que las formas suelan ocultar estos costos no significan que los mismos no se paguen.
Lo que nuestro amigo Mario llama verdades universales son, probablemente, creencias culturales. A veces esas creencias nos hacen confundir ilusiones con realidades o nos llevan a recostarnos en la idea de que si respetamos ciertos mandatos (que, efectivamente, películas, libros, revistas, escritos, telenovelas, consejos al paso y otros medios suelen reforzar) seremos premiados con un final feliz. En mi opinión, la cosa pasa por ser consecuente con una forma de vivir, con los valores y actitudes que la sostienen y le dan sentido, y confiar en que el encuentro amoroso verdadero, con alguien real y no ilusorio, será punto de llegada en ese camino existencial antes que un punto de partida. Será también, en su momento, el fruto de la atención a las condiciones que el buen amor pide. Y conviene repasarlas, porque es todo lo que pide.
Autor: Sergio Sinay
viernes, 5 de febrero de 2016
En casa al amanecer - Alexis Harrington
Editada en español por Amazone
Versión Kindle
Octubre de 1918. Mientras viaja de Nueva York a Seattle, la
doctora Jessica Layton hace una parada en su pequeño pueblo natal de Oregón,
donde se reencuentra cara a cara con Cole Braddock, el primer y único amor de
su vida.
Aunque ambos están convencidos de haber superado tanto
aquella pasión de juventud como el desengaño que vino después, se alegran de
que la visita fugaz de Jessica apenas les dé la oportunidad de hurgar en viejas
heridas. Sin embargo, el destino quiere que el pueblo se vea azotado por la
epidemia de gripe que asola el país, justo antes de que la doctora Layton se
marche. Jessica deberá tomar una decisión que podría cambiar su vida, pero
salvar muchas otras.
Con el telón de fondo de la Primera Guerra Mundial y la
epidemia de 1918, En casa, al amanecer es una historia apasionante de traición,
desengaño y reconciliación.
Lores Perdidos de Pembrook - Una tentación para el duque
SAGA LORES PERDIDOS DE PEMBROOK
no confundir con la trilogía Lores perdidos.
Editado en español
Ojalá esta autora sea editada en todas sus sagas y en forma ordenada, en español.
Y ojalá podamos comprarla en Argentina y Latinoamérica.
1.- UNA TENTACIÓN PARA EL DUQUE
Tres jóvenes herederos encerrados por un despiadado tío
escaparon en dirección al mar, a las calles o a guerras lejanas, esperando el
día en que pudieran regresar y reclamar sus derechos de herencia. Sebastian
Easton había jurado vengar su juventud robada. El legítimo duque de Keswick
había regresado de la guerra herido, end urecido. Era un hombre distinto, pero
no había conseguido olvidar a la valiente chiquilla que les había salvado, a él
y a sus hermanos, de una muerte segura.Lady Mary Wynne-Jones había pagado un
alto precio por ayudar a escapar a los lores de Pembrook, y no había olvidado
la promesa hecha a Sebastian tantos años atrás: reunirse con él una vez más en
las ruinas de la abadía donde habían osado darse un beso de niños. Aunque Mary
estaba prometida a otro, una amistad forjada sobre oscuros secretos no podía
ser ignorada. Inesperadamente, la pasión había regresado para arder
peligrosamente entre ambos, tentando a Sebastian a abandonar su búsqueda de
venganza y luchar por un amor que podría, una vez más, hacerle libre.“Los
libros de Lorraine Heath son siempre mágicos”. Cathy Maxwell
Suscribirse a:
Entradas (Atom)